viernes, 11 de enero de 2013

Defensa de la alegría


Hay una alegría que surge cuando escuchamos una música muy alegre que  hace que nos entre gana de bailar, de estar rodeado de amigos, de divertirse haciendo cosas diferentes, la alegría de la fiesta y de las risas compartidas.

Hay otra alegría que surge en el silencio, en la soledad, en la contemplación, en sentir el corazón de la tierra y el mío fundirse.

Ambos tipos e alegría son buenos y necesarios.
 Y con esta reflexión les regalo este hermoso poema.



Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
                  y también de la alegría


Mario Benedetti

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